03 maio 2004


-Yo -dijo don Quijote- no sé si soy bueno, pero sé decir que no soy el malo;
para prueba de lo cual quiero que sepa vuesa merced, mi señor don Álvaro Tarfe,
que en todos los días de mi vida no he estado en Zaragoza;
antes, por haberme dicho que ese don Quijote fantástico se había hallado en las justas desa ciudad,
no quise yo entrar en ella, por sacar a las barbas del mundo su mentira;
y así, me pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los estranjeros,
hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos
y correspondencia grata de firmes amistades, y, en sitio y en belleza, única.


CAPÍTULO LXXII. De cómo don Quijote y Sancho llegaron a su aldea

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